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Revista de actualidad política, religiosa, económica, social, cultural, científica y educativa con alcance internacional
ISSN 2618-1916

El contrabando del Dinero y los ataques a la Moneda, a través de la historia

El contrabando de dinero y los ataques a la moneda, a través de la historia


Vicente Quintero - Cultural & Political Analyst
Caracas Metropolitan District (Venezuela)
www.medium.com/@vicentequintero/ (Top Writer in History)
+584141288606 vicentequinteroc@yahoo.com / Twitter: @vicenquintero
República Bolivariana de Venezuela





Contrabando de dinero

El contrabando de dinero, falsificado o real, ha sido históricamente una táctica ofensiva en el marco de un conflicto geopolítico, con el propósito de desestabilizar el sistema monetario nacional o provincial; debilitar la moneda de curso legal y hacer más vulnerable la economía del país objetivo. Esta táctica es especialmente efectiva cuando se aplica sobre países que ya sufren de una crisis económica, es decir, sirve para acentuar sus efectos. El contrabando de dinero tiene orígenes tan antiguos como el mismo dinero: se han encontrado copias chapadas (conocidas como Fourrées) de las primeras monedas de las culturas occidentales. Algunos de los efectos nocivos de esta práctica: caída del valor del dinero real; pérdida del poder adquisitivo; aumento de los precios (inflación), debido a que circula más dinero en la economía; aumento artificial no autorizado de la oferta monetaria; disminución en la aceptabilidad del papel moneda; pérdidas económicas y financieras, puesto que los comerciantes no ven reembolsado el dinero falsificado detectado por los bancos, incluso si este es confiscado.
Tcherneva Pavlina (2016) señala que, en líneas generales, no existe una teoría económica sobre la cuestión del contrabando y la falsificación de la moneda, debido a que este fenómeno ha sido considerado marginal y poco relevante, al menos en términos estrictamente empíricos. Pavlina hace énfasis en que, en el caso de la Guerra Revolucionaria en los Estados Unidos, las causas principales de la depreciación de la moneda fueron el contrabando de esta y su falsificación, mientras que el gasto excesivo fue, en realidad, una causa secundaria. En una publicación oficial asociada a la Reserva Federal de los Estados Unidos, Rhodes (2012) destaca la importancia del contrabando de dinero como un arma para destruir la economía de un país, base estratégica de la seguridad nacional. La moneda es parte de la soberanía de una nación; sin ella la administración central pierde su capacidad para diseñar, implementar, evaluar y reformular la política pública económica monetaria.
Antes de la introducción del papel moneda, el método más frecuente de falsificación monetaria consistía en la mezcla de metales básicos con oro o plata puros, con el fin de obtener copias casi exactas de la moneda. Otra forma de falsificación es la producción de documentos por impresores legítimos en respuesta a instrucciones fraudulentas. Durante la Segunda Guerra Mundial, los nazis forjaron libras británicas y dólares estadounidenses. Hoy en día, algunos de los mejores billetes falsos se llaman superdólares por su alta calidad y semejanza con el dólar real. Y no solo el dólar es falsificado: también las monedas de aquellos países hostiles a las potencias de su región, como ha ocurrido en Polonia, Irak y Libia durante las últimas décadas.



‘Helicopter money’, término por el cual se conoce a la práctica de introducir la moneda local falsificada o la moneda extranjera, real o falsificada, a través de helicópteros

El contrabando de dinero en los Estados Unidos: historia

En el caso de los Estados Unidos, los ataques contra el signo monetario legal se registran desde el año 1776, esenciales para comprender los conflictos bélicos estadounidenses, tanto a nivel interno, como externo. Según Karl Rhodes (2012), Thomas Paine le envió una carta abierta al general británico William Howe durante la guerra de la independencia estadounidense — conocida antes de 1776 como United Colonies of America — , en la cual expresó su indignación ante la impresión de dinero falsificado, por parte de las fuerzas británicas. No debe ignorarse que, el efecto que esta práctica ha tenido a lo largo de la historia ha sido devastador para las economías, especialmente en períodos de guerra.
Esta situación tiene sus antecedentes en el siglo XVII, cuando las colonias o provincias de Inglaterra en los Estados Unidos de América comenzaron a imprimir su propio dinero y obtuvieron resultados relativamente favorables, en términos de calidad. Massachusetts, en el año 1690, fue pionera en la impresión de papel moneda. Ya para la década de 1730, el contrabando de dinero era uno de los mayores problemas en el Nuevo Mundo, razón por la cual algunos ciudadanos evitaban el uso de papel moneda en sus transacciones, si bien es cierto que también se registraron casos de fraudes a través del intercambio de monedas.



Las fuentes documentales conservadas sobre el período independentista estadounidense evidencian la relevancia que se le daba a la cuestión de la falsificación del dinero como arma de guerra, así como también el impacto que podría tener una inadecuada emisión de dinero genuino, en las dimensiones de un contexto bélico. A través de las correspondencias de personajes como John Langdon y Benjamin Franklin, así como también de los análisis que de sus obras se han realizado, es posible advertir la preocupación que se tenía sobre el asunto.
La introducción de dinero falso depreció la moneda de curso oficial y creó un ambiente de incertidumbre, ante la posibilidad de ser víctima del fraude. Y como señala Rhodes (2012) en una publicación oficial de la Reserva Federal, si bien es cierto que muy probablemente el dinero habría perdido valor con o sin falsificación, debido a la emisión de grandes cantidades de dinero para financiar la guerra, la penetración de dinero falso en el sistema monetario empeora todavía más la situación y fomenta el caos; el ciudadano no sabe distinguir el dinero real del falso y no confía en el prójimo, quien podría estafarlo, consciente o inconscientemente. Después de todo, el dinero pasa por muchas manos.
Todavía a finales del siglo XIX, el contrabando de dinero era un problema en los Estados Unidos de América, ya soberana e independiente de Inglaterra. La restructuración del sistema monetario internacional fue un proceso que duró varias décadas, sin dejar de lado que había mucho por hacer en términos político-administrativos, más allá de que se conservara, a grandes rasgos, la tradicional institucionalidad inglesa. La transición de provincias inglesas a Estado-nación exigía el establecimiento de una moneda de uso común y oficial; unificar los distintos sistemas monetarios locales en uno solo, estandarizado a nivel nacional.



Abraham Lincoln murió el mismo día que se promulgó la creación del Servicio Secreto de los Estados Unidos: el 14 de abril de 1865. La primera misión de la institución fue salvaguardar el valor del dinero real estadounidense, a través de la implementación de medidas efectivas contra aquellos que estuvieran involucrados en el contrabando de dinero. Esto nos permite inferir el grado de importancia que tiene el contrabando de dinero para la seguridad nacional de un país. Años más tarde, el Servicio Secreto comenzó a encargarse de proteger el núcleo cercano del presidente de la república.

El contrabando de dinero como arma de guerra en los siglos XX y XXI

La historia de los servicios de inteligencia estadounidenses está estrechamente ligada a la protección de la moneda nacional, como asunto estratégico para la seguridad estadounidense. Más allá de que la estructura de los servicios secretos se robusteciera a través del tiempo, las investigaciones sobre los crímenes asociados a la falsificación del dinero siguieron siendo una de sus tareas fundamentales, especialmente después de que Estados Unidos se convirtiera en una potencia mundial. La demanda del dólar estadounidense crecía y era necesario contar con una robusta red que protegiera la moneda nacional de ataques provenientes de países rivales.



Según Karl Rhodes (2012, pp. 36–37), el profesor estadounidense Arnold Krammer reveló, en el año 1984, que Iosif Stalin, a finales de la década de los veinte, le había dado la orden a los servicios de inteligencia soviéticos de contrabandear billetes de 100 dólares estadounidenses. Aunque la calidad de los billetes era excelente, la tácnica no dio los mejores resultados, debido a que la red de distribución no fue la mejor. A través de sus aliados en Europa, los estadounidenses se dieron cuenta de esta operación y rastrearon el origen del dinero falso estadounidense circulante en la economía.
Y no solo los estadounidenses, los británicos y los soviéticos han tenido una historia ligada al contrabando de dinero: también los nazis alemanes. En 1940, mediante la Operación Bernhard, los alemanes intentaron colapsar la economía de los ingleses durante la Segunda Guerra Mundial. Es preciso destacar que los alemanes incluso llegaron a deducir el algoritmo de impresión de los billetes ingleses. A través de este dinero, es que los funcionarios de la inteligencia del Tercer Reich le pagaron a la espía turca, Elyesa Bazna, sus honorarios por haber obtenido la información secreta que los alemanes necesitaban del embajador inglés en Ankara. El objetivo del contrabando de moneda, para los alemanes, tenía entonces un doble objetivo: además de colapsar la economía inglesa, con este dinero se financiaron las actividades secretas de la inteligencia alemana (Pirie, 1961; Bower, 2001; Kahn, 1968; Burger, 2009; Rhodes, 2012).
La experiencia en las últimas décadas sugiere que, a pesar de la optimización de los bancos centrales y el desarrollo de nuevas tecnologías para la prevención de fraudes monetarios, el contrabando de dinero sigue siendo usada como una importante arma de guerra, especialmente en países que tienen altos niveles de inflación y conflictividad social. Aunque no son frecuentes las filtraciones de información sobre un asunto tan delicado como este, de vez en cuando el tema es tratado en artículos publicados en prestigiosos medios de comunicación como The New York Times y The Washington Post (Plumer, 2012; Ibrahim, 1992; Cody, 2000). Muy pocos han sido los artículos que tocan este tema y han sido digitalizados — la mayoría se ubican directamente en hemerotecas — , razón por la cual se especula que sigue siendo un tema sensible para las agencias de inteligencia. Es una inferencia plausible, con implicaciones controversiales y polémicas. De acuerdo a Cooley (2008), el gobierno estadounidense, a través de la CIA, utilizó el contrabando de moneda durante la operación militar de Bahía de Cochinos en Cuba, la cual fracasó — si bien no fue ejecutada como originalmente se había orquestado, debido a que el contexto político interno limitaba el rango de acción del gobierno estadounidense — .
Con base en fuentes de inteligencia, tanto occidentales como árabes, el New York Times publicó que Irak era el objetivo de un plan de desestabilización, mediante la introducción de dinero de contrabando, a través de la frontera con países como Turquía, Irán, Arabia Saudita y Jordania. Este problema, que contribuyó a empeorar los índices inflacionarios de Irak, fue de tal gravedad que algunos ciudadanos fueron sentenciados a muerte, en caso de ser encontrados culpables en las investigaciones sobre el ingreso de billetes falsos (Ibrahim, 1992).



El contrabando de dinero, los servicios de inteligencia, la hiperinflación y la guerra en sus distintas manifestaciones y eufemismos, son fenómenos que están estrechamente relacionados y se articulan entre sí. La economía, entendida como la ciencia que busca la satisfacción de las necesidades infinitas del hombre a través de los escasos recursos a disposición, no es un fenómeno aislado a la guerra. La economía forma parte de un conflicto bélico: es uno de sus motivos, pero también uno de sus fines; son económicas algunas de las prácticas y tácticas bélicas, así como sus causas. Las fronteras entre países, especialmente las de mayor tráfico, son los espacios naturales para el contrabando de dinero. Y no estamos hablando únicamente de dinero local, sino también del dinero extranjero, que hasta podría ser real, en caso de que su emisión haya sido autorizada para una operación secreta de alto nivel — bajo ciertas condiciones, las agencias de inteligencia crean dinero, normalmente en alianza con otras instituciones — . El contrabando de dinero, real y falsificado, en una contienda bélica, es un ataque multidireccional, cuyo objetivo es quebrar el sistema monetario del país objetivo, hostil a la política exterior del país que ataca. Los países que en los últimos años han sido campo de batalla, ya sea de grupos insurgentes internos o de ejércitos extranjeros, a través de intervenciones militares, experimentaron esta situación. Karl Rhodes señala lo siguiente:
El uso del contrabando de la moneda como arma de guerra no se ha limitado a los nazis, los redcoats británicos y los comunistas. Según algunos informes, los Estados Unidos falsificaron el dong, la moneda norvietnamita, durante la Guerra de Vietnam. Ciertamente, las fuerzas estadounidenses difundieron millones de folletos sobre Vietnam del Norte, entre los cuales se incluyen ejemplares similares a la moneda vietnamita. Sin embargo, aún no se ha determinado si alguno de esos folletos eran, efectivamente, dongs falsificados para minar el sistema monetario. (…)
Estados Unidos pudo haber perdido contra Vietnam, pero ganó la guerra monetaria. Hoy, la mayoría de los vietnamitas prefieren los dólares en lugar de los dongs, especialmente para proteger sus riquezas y realizar grandes transacciones. La moneda estadounidense sigue siendo popular en gran parte del sudeste asiático. Los dólares están prohibidos en Corea del Norte, pero el gobierno de Corea del Norte ha falsificado billetes de 100 dólares para su propio uso, según un estudio publicado en 2006 por la Reserva Federal, el Servicio Secreto y el Departamento del Tesoro.
“Desde 1989, el Servicio Secreto de los Estados Unidos ha dirigido una investigación sobre el contrabando de dinero que involucra la producción de billetes falsos altamente engañosos conocidos como supernotas, así como sus redes de distribución”, señala el informe. “El Servicio Secreto de los Estados Unidos ha determinado, a través de análisis forenses y de investigación, que estas notas falsas altamente engañosas están vinculadas a la República Popular Democrática de Corea (RPDC); se producen y distribuyen con el pleno consentimiento y control del gobierno de Corea del Norte”. Desde 1996 hasta 2005, aproximadamente 22,4 millones de dólares en supernotas [el billete estadounidense falsificado] fueron recibidos por el público, y aproximadamente 50 millones de dólares en supernotas fueron confiscados por el Servicio Secreto confiscó. El Servicio Secreto se negó a actualizar estos números, o bien, proporcionar más datos sobre su investigación de las “supernotes”.
Con alrededor de un billón [trillion en inglés] de dólares estadounidenses circulando por todo el mundo, incluso una gran operación de falsificación puede ser considerada más una molestia numismática que un arma de guerra. Pero los agentes del Servicio Secreto persiguen agresivamente a todos los falsificadores, ya sea que produzcan supernotas altamente engañosas o imitaciones de chorro de tinta fácilmente detectables. Las lecciones aprendidas, a partir de la historia económica, les dejan pocas opciones.
En esencia, el nivel de falsificación se entiende como una función del valor de la moneda en relación con el costo de la falsificación, que no solo implica el costo de producción de los billetes falsos, sino que también toma en cuenta el riesgo de ser atrapado y castigado. Es por ello que el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos comenzó, en 1996, a mejorar significativamente la seguridad de los billetes estadounidenses, a través de la implementación de medidas que eviten con mayor efectividad su falsificación. El costo de producción de los billetes falsos ha aumentado, debido a que no solo los billetes estadounidenses ahora son más difíciles de falsificar, sino que el Servicio Secreto se ha robustecido. Estos dos factores han reducido, a niveles bajos, la falsificación de moneda estadounidense. El estudio realizado en conjunto por la Reserva Federal, el Servicio Secreto y el Departamento del Tesoro, concluyó en 2005 que menos del 0,01 por ciento de los Bonos de la Reserva Federal, en circulación en todo el mundo, eran falsos. Aunque esta estimación no es tan sorprendente como la realizada en 1911, es una evidencia de que la moneda estadounidense mantiene su fortaleza contra todos los enemigos extranjeros y nacionales, al menos por ahora. — Rhodes, 2012, p. 37
En las actuales circunstancias, resulta muy peligroso para la seguridad nacional de un país que una empresa extranjera, radicada fuera de la jurisdicción nacional, se encargue de una tarea tan delicada e importante, como lo es la impresión de sus billetes. Es prioridad para la seguridad nacional de un Estado que este tenga la capacidad operativa para asumir la producción de los billetes y monedas que conformen su cono monetario nacional. Un país que no tenga ni la infraestrutura ni la tecnología para hacerlo es un país que ha cedido parte de su soberanía. La empresa extranjera que se encargue de la impresión del cono monetario de un país extranjero tiene en sus manos un arma de guerra, que en el momento menos pensado podría ser usada en contra del Estado-nación en donde esa moneda es de uso oficial.
Vivimos en un mundo interconectado; los países no son órbitas aisladas. En un mundo cada vez más globalizado, se hace todavía más utópico el anhelo de ser auto-suficientes en todas las áreas. La existencia del comercio internacional se justifica en que los países no producen todo lo necesario para satisfacer el 100% de las necesidades de su población; es necesario acudir a las redes de intercambio internacional para evitar la escasez y la disminución de oferta en bienes que no se producen a nivel local; los recursos del planeta están repartidos desigualmente, y la brecha entre países, con respecto al desarrollo tecnológico, puede ser muy alta.
Históricamente ha existido una interdependencia en la comunidad de Estados que limita el concepto de soberanía, más aún en tiempos de la globalización. La soberanía de los Estados-nación, especialmente de los pequeños, está en constante tensión con los intereses de las grandes potencias; en el marco de las relaciones internacionales, las grandes potencias mundiales hacen lo que quieren, mientras que los países pequeños apenas hacen lo que pueden. En geopolítica, el nuevo paradigma multipolar busca darle mayor balance a la configuración de la sociedad internacional, a través de lograr las condiciones que permitan establecer una nueva correlación de fuerzas. La guerra es un asunto de poder y sus métodos tradicionales no han perdido vigencia, sino que se han sofisticado. El contrabando de dinero es uno de ellos. De hecho, en un artículo publicado en Forbes en el año 2017, Richard Miniter sostiene que el presidente Trump debería bombardear a Corea del Norte con dinero de contrabando.
En un mundo cada vez más digitalizado, los ataques a la moneda también han adquirido dimensiones más complejas, que nos llevan a filosofar sobre temas como la ciberseguridad, el e-government y las redes transnacionales del crimen organizado. Las nuevas herramientas de intercambio económico, comercial y financiero, cuyo mayor referente es el bitcoin, resultan sumamente atractivas para los grupos anarquistas, tanto de izquierda como de derecha.




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Autor: Vicente Quintero Príncipe @vicenquintero

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